Vivir la discapacidad desde mi experiencia como docente y como director regional en Special Olympics Colombia ha sido una lección de vida que me ha transformado en lo más profundo. En el aula, cada estudiante me ha enseñado que la verdadera educación no está solo en los libros, sino en la capacidad de reconocer el valor único de cada persona. Ver sus sonrisas al lograr una meta, sentir su esfuerzo en cada actividad y acompañar sus pequeños grandes triunfos me recuerda que la inclusión es un camino lleno de amor, paciencia y esperanza.
Como director regional, he tenido el privilegio de ver cómo el deporte se convierte en una herramienta poderosa para derribar barreras y construir puentes. Cada atleta que se pone una camiseta, que corre, que salta o que simplemente se atreve a intentarlo, se convierte en un ejemplo de valentía y superación. A través de Special Olympics he comprobado que la discapacidad no define a las personas, sino que son sus talentos, sus sueños y su capacidad infinita de inspirar lo que realmente las distingue.
Desde ambos espacios, he aprendido que la inclusión no es un favor que damos, sino un derecho que debemos garantizar. Es una invitación a ver el mundo con otros ojos, a reconocer que la diversidad nos enriquece y que cuando caminamos juntos, con y para las personas con discapacidad, construimos una sociedad más justa, humana y solidaria. Esta experiencia no solo me ha formado como profesional, sino que me ha hecho crecer como ser humano, recordándome cada día que la verdadera grandeza está en abrir caminos para que otros brillen.
Además, he comprendido que el cambio no depende únicamente de quienes trabajamos directamente en el aula o en el deporte, sino de toda la comunidad. Familias, instituciones, empresas y la sociedad en general tenemos la responsabilidad de derribar prejuicios y abrir oportunidades. Cuando la inclusión se convierte en un compromiso colectivo, descubrimos que no solo transformamos la vida de las personas con discapacidad, sino que también nos transformamos como sociedad: más sensible, más consciente y, sobre todo, más humana.

Giovanni Vanegas
Director de Subprograma Cundinamarca